Esta tarta es quizá
de las más ricas que he probado en mucho tiempo y la receta se la tengo que
agradecer a mi amiga Paqui la cual se la hizo a su marido para su cumpleaños,
aunque quedó un trocito que pudimos probar y me hizo irremediablemente pedirle
la receta.
No os negaré que la
tarta en sí es un poco laboriosa (que no difícil) de hacer. De hecho cuando me
dio la receta no tenía muy claro cuando la iba a elaborar, pero claro no
contaba con que mi marido me la recordara bastante a menudo.
Así pues viendo que
tenía bastantes pasos y además un tiempo largo de nevera lo primero que pensé
fue en organizarme y os comento como lo hice el fin de semana que la elaboré:
el viernes compré todos los ingredientes; el sábado por la mañana hice la crema
pastelera, el almíbar y las planchas de bizcocho; enfriamiento hasta por la
tarde ya con las planchas rellenas (más abajo os lo explico todo); el sábado
por la tarde montaje de la tarta y a la nevera; el domingo por la tarde
desmoldado y disfrute.
Si habéis llegado a
este punto y seguís leyendo es que parece que estáis interesados en la tarta
así que os aconsejo que la hagáis aunque sea una vez porque ya veréis que sabor
tan rico tiene.
Y con esta receta
pongo el cartel de vacaciones en el blog así que a disfrutar del verano!

Ingredientes:
Para las dos
planchas de bizcocho:
180 grs. de azúcar
120 grs. de harina
50 grs. de maizena
6 huevos
Una pizca de sal
Para la crema
pastelera:
1 litro de leche
entera fresca, de la que está en la nevera del supermercado
600 ml. de nata
para montar
300 grs. de azúcar
12 yemas de huevo
140 grs. de maizena
1 rama de canela
Un trozo de cáscara
de limón sin la parte blanca
Para el almíbar:
200 grs. de azúcar
150 grs. de agua
Licores: 30 ml. de
licor de Amaretto y 70 ml. de Malibú, aunque podéis utilizar otros licores que
os gusten
Un trozo de cáscara
de limón sin la parte blanca
1 rama de canela
2 anises
estrellados
Azúcar y canela
para espolvorear por encima de la tarta y quemar con soplete de cocina, si no
tenéis soplete echadle solo canela
Comenzaremos
haciendo el almíbar y para ello pondremos en un cazo al fuego todos los
ingredientes mezclando bien para que el azúcar se disuelva. Una vez comience a
hervir dejamos cocer a fuego medio/bajo durante unos 10 minutos. Apartamos del
fuego y reservamos hasta que se enfríe.
Para hacer la crema
pastelera pondremos en un cazo grande al fuego 800 ml. de leche, la nata, el
limón y la canela. Cuando empiece a hervir retiramos del fuego y dejamos infusionar
durante unos 10 minutos, retirando a continuación la canela y el limón.
Aparte batimos las
yemas con 200 ml. de leche, el azúcar y la maizena y mezclamos con la leche
infusionada. Ponemos de nuevo al fuego y movemos constantemente hasta que espese
y en cuanto veamos que empieza a hacer burbujas apartamos. Si veis que os
quedan grumos batid la mezcla con la batidora eléctrica y listo, vaya, eso es
lo que me pasó a mi.
Apartamos del fuego
y tapamos con film transparente pegado a la crema (cuando enfríe no se queda
pegado). Reservamos hasta que se enfríe.
Ahora vamos a hacer
las planchas de bizcocho y para ello separamos las claras de las yemas y
batimos cada una de ellas por separado con la mitad del azúcar para las claras
y la otra mitad para las yemas, dejando las claras como para merengue y las
yemas blanqueando. Utilicé la Kitchen Aid pero podéis utilizar la batidora
eléctrica que tengáis.
Echamos sobre las
yemas ya batidas la harina, la maizena y la sal tamizadas y mezclamos con
movimientos suaves de arriba abajo. Añadimos las claras y mezclamos igualmente
con movimientos envolventes.
Ponemos papel de
hornear sobre la bandeja del horno y echamos la mitad de la masa del bizcocho,
si tenéis práctica podéis llenar una manga pastelera e ir cubriendo la bandeja
con la masa pero en mi caso no la utilicé y lo que hice fue igualar la masa lo
mejor posible para que los bizcochos salieran lo más uniforme posible y no más
finos por unos lados que por otros.
Metemos la bandeja
en el horno que tendremos precalentado a 200º y horneamos con calor arriba y
abajo durante unos 7 u 8 minutos, se hace enseguida. Sacamos del horno y
volcamos la plancha de bizcocho sobre otro papel de horno retirando con el que
hemos horneado. Enrollamos la plancha de bizcocho con el papel de horno y
dejamos enfriar.
Repetimos la misma
operación para la otra mitad de la masa obteniendo de esta manera las dos
planchas de bizcocho que necesitaremos para la tarta.
Una vez frías las
planchas de bizcocho desenrollamos, quitamos el papel de horno y empapamos con
el almíbar reservado. Untamos a continuación una capa fina de crema sobre las
planchas y las enrollamos de nuevo envolviéndolas en film transparente
apretando para que queden compactas.
Metemos los brazos
de gitano obtenidos en la nevera durante al menos 4 horas.
Para montar la
tarta pondremos un aro de molde desmoldable de 23 cms. de diámetro en el plato
en que después serviremos la tarta. Cortamos trozos de brazo de gitano de un
dedo de grosor y los colocamos por el borde del aro. El resto de los brazos de
gitano los cortamos en trozos con un grosor 
de 3 dedos aproximadamente y vamos rellenando el aro. Bañamos bien con
almíbar todo el conjunto incluido los bordes.
Metemos la crema
pastelera en una manga de pastelería y vamos rellenando muy bien los huecos de
abajo a arriba. Una vez bien rellenos todos los huecos de crema pastelera
cubrimos la superficie con la crema hasta terminarla extendiendo bien.
Metemos en la
nevera y dejamos hasta el día siguiente.

Al día siguiente
espolvoreamos canela y azúcar por la superficie y quemamos el azúcar con un
soplete. Quitamos a continuación el aro con mucho talento y a comer y
disfrutar.